jueves, 24 de agosto de 2017

Malika Mokeddem: La prohibida



Idioma original: Francés
Título original: L’interdite
Año de publicación: 1993
Traducción: Pilar Jimeno Barrera
Valoración: Muy recomendable

Toda la literatura de Malika Mokeddem emerge de la ciénaga del malestar y el desasosiego generado por la situación de las mujeres en Argelia. Por la manera en que esta sociedad trata y somete a la mitad femenina de su población al ninguneo, a la invisibilización y al desprecio. Un país, la Argelia oficial, tan ufano y orgulloso de su victoriosa revolución, que logró la independencia hace ya medio siglo y en el que también, como sentenció Balzac, las novelas son la historia de su vida privada como nación.
  
Lo son las novelas de Malika Mokeddem, casi todas traducidas al castellano y al catalán, que cuentan siempre la misma historia, la de una mujer de cualquier edad o condición reivindicándose, luchando. Rebelándose contra las reglas impuestas del patriarcado y dejando transpirar por todos los poros de su cuerpo la insolencia y el desafío; mujeres argelinas –africanas y mediterráneas, musulmanas o laicas-, plantándose insumisas ante el dominio y proyectando sensualidad, belleza, tesón, beligerancia, resistencia, talento y lucidez.

Por supuesto, Malika Mokeddem nos está contando su propia historia. Nacida en 1949 en Kenadsa, en el Oeste argelino, a las puertas del desierto del Sáhara, fue la mayor de diez hermanos, o sea, su criada. Un rol cuyo único final posible era ser entregada en matrimonio. Ella encontró una rendija por la que huir. En los libros; allí donde su mente halló el combustible que le permitió volar. Logró iniciar estudios de Medicina en Orán, para luego dar el salto a Francia, donde se especializó en Nefrología, tarea compartida con la escritura. En La prohibida, la historia arranca así: Sultana, una médico establecida en Montpelier regresa a su pueblo después de quince años de ausencia, donde reencontrará algunos de los personajes que dejaron la dolorosa impronta de la tragedia en su infancia y deberá resolver sí les ajusta cuentas y de qué manera.

Allí está Dalila, una solitaria niña de diez años, que encarna, con su voluntad de aprender, entender y soñar, el espíritu y el afán de la libertad, la dignidad y la belleza en pugna por no desaparecer, por mantenerse latente frente a la asfixia del integrismo, el odio, la miseria y la corrupción. Aparece también Vincent, un varón francés al que el transplante de un riñón de una joven argelina fallecida en accidente permite reiniciar una nueva vida con autonomía, curiosidad y avidez de emociones que parecían definitivamente enterradas por la crueldad de la enfermedad: “No eres más que un poco de química desordenada, con una calavera en cada uno de los extremos: híper e hipo; un miedo que baila al giga entre el híper del estrés y el hipo de la neurastenia”. 

La prohibida, rabiosamente actual pese a los veinticinco años de su aparición, va de las estrategias de supervivencia de estos personajes, de la manera en que cada uno de ellos arma su capacidad de sostener unos valores, encarar las adversidades y seguir en la brecha. No es una narración ni elaborada en exceso ni con pirotecnia formal, pues su genuino interés, su potencia literaria, radica en servirnos con la crudeza precisa un relato inapelable y demoledor sobre la incombustible capacidad de la dignidad humana frente al sofocante dominio del fanatismo totalitario, del machismo atroz y de la condición miserable que esta época nuestra impone todavía a tantas mujeres. Y en donde a quien se recusa a bajar la mirada y se atreve a romper el silencio, se le escupe sin cesar la palabra afilada: “Puta”.

3 comentarios:

Montuenga dijo...

Rabiosamente actual, desde luego.

Gracias por descubrirme a una escritora que seguramente no tendré más remedio que seguir.

Marcela dijo...

Hola Carlos! Hace tiempo leí de Malika Mokeddem. "El siglo de las langostas" y son de ésos libros que nunca olvidas y dejan huella. Retomé el libro y al hojearlo me encontré con éste párrafo..." los invasores, por fuertes que sean, no pueden establecerse y durar en un país extranjero sin una complicidad de los autóctonos. Y un puñado de hombres codiciosos y corruptos es suficiente para someter a la gran masa de sus conciudadanos con mayor eficacia que el más poderoso ejército. Analfabetismo y miseria: éstos son nuestros primeros colonizadores. Los turcos, luego los franceses, después de muchos otros, no han tenido más que recoger y explotar una debilidad a las puertas de su codicia. ¡Nos han colonizado porque somos colonizables.!"

Interesante, ameno e ilustrativo.
Saludos!
Excelente reseña, excelente escritora!

carlos ciprés dijo...

Estoy convencido de que es una escritora que merece más lectoras. Y lectores... !Gracias por los comentarios!