domingo, 29 de mayo de 2016

Juan Soto Ivars: La conjetura de Perelmán

Idioma original: español
Año de publicación: 2011
Valoración: está bien

Juan Soto Ivars es una de las jóvenes promesas de la narrativa español. Es por ejemplo uno de los afortunados escritores que aparecieron en dos de las más comentadas antologías de "jóvenes promesas de la narrativa española": Bajo treinta (Salto de Página, 2013) y Última temporada (Lengua de Trapo, 2013). Y es también, aunque esto no tenga ahora mucha relación con nada, un ácido columnista (o bloguero) en El Confidencial. La conjetura de Perelmán es su primera novela, la novela con la que empezó todo, se puede decir, y el hecho de que fuera publicada por Ediciones B (con una portada horrible, a mi parecer) ya indicaba que este no era un escritor novel cualquiera.

Si hay algún matemático entre nuestros lectores quizás ya haya reconocido al Perelmán del título: el matemático ruso Grigori Perelmán, cuyos descubrimientos permitieron demostrar la conjetura de Poincaré, hasta entonces un reto inalcanzable. A partir de este personaje real, retraído y misterioso, Soto Ivars construye un thriller alocado y fantasioso, situado en una Rusia violenta y caricaturesca, en el que se mezclan ex-agentes de la CIA, detectives privados, una madre sufridora o una americana muy sexy, todos corriendo como ratas alrededor de Perelmán, al que lo único que le importan son sus hojas llenas de números.

A juzgar por esta novela, y por sus columnas, Juan Soto Ivars es un escritor bastante gamberro. Le gusta reírse hasta de su sombra, y de hecho creo que las páginas que mejor funcionan en La conjetura de Perelmán son las más alocadas, las más absurdas: aquellas en las que más se parece a Una comedia canalla de Iván Repila, y aquellas (sobre todo en la primera parte) en las que se juega con la forma y el género. En cambio, en la segunda parte, cuando intenta escribir un thriller, por muy pulp que sea, resulta algo más convencional y tópico. Los personajes femeninos (la sexy Mary Parsons y la madre sufriente) son quizás lo más flojo y estereotípico del conjunto, y la ambientación en una Rusia de cartón piedra es una decisión que tiene sus riesgos y no siempre parece funcionar igual de bien.

A partir de la vida de Grigori Perelmán, genio excéntrico y misterioso, podía haberse escrito un biopic como Una mente maravillosa; Juan Soto Ivars ha decidido ir por otro camino, y está perfectamente en su derecho. Quizás todos los elementos (el biopic, el thriller, la comedia alocada) no terminen de funcionar igual de bien, pero como primera novela demuestra una ambición notable y algunas dotes que esperemos que sus siguientes novelas vengan a confirmar. Para empezar, Ajedrez para un detective novato, publicada dos años más tarde, que será la siguiente que lea.

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