lunes, 28 de marzo de 2016

Ignacio Vidal-Folch: Turistas del ideal


Idioma: español
Año de publicación: 2005
Valoración: recomendable

Sin intención de polemizar, permítanme una pregunta que me parece interesante: ¿El sentido del humor tiene alguna ideología? ¿Existe un humor, digamos, de derechas y otro -digamos también- de izquierdas? Y, más aún: ¿nos haría gracia un humor que políticamente fuese de un signo diferente al de nuestras opiniones? A esta última pregunta puedo responder, al menos por la parte que me toca: algunas de las novelas que más me han hecho reír, como Pantaleón y las visitadoras o La tía Julia y el escribidor son obra de un autor con cuyas opiniones extraliterarias no siempre coincido (claro que cuando las escribió, don Mario cargaba ideológicamente hacia otro lado, creo). Otro ejemplo resulta ser esta estupenda y divertidísima novela, Turistas del ideal, título que inmediatamente me vino a la cabeza cuando pensé en el tema; la he repasado, y aunque ya la había leído un par de veces, hace años, me he vuelto a partir de risa.

En esta ocasión el también periodista, además de escritor, Vidal-Folch, que ya había arremetido contra el filisteo -y tópico- papanatismo del mundo del arte en La cabeza de plástico, dirigió los dardos de su sátira contra tanto trasnochados progres, intelectualoides, demagogos y buenistas que, según parece denunciar el autor, se han apalancado en la izquierda occidental en general y española en particular. La narración se articula en torno, aunque no sólo, al acto multitudinario que la guerrilla del centroamericano y convulso país de Tierras Calientes efectúa en la capital, con su líder, el enigmático y romántico Capitán como estrella principal, y al que acuden, como moscas a la miel, izquierdistas de todo el mundo y de todo pelaje, esos "turistas del ideal" que tratan de vivir sus utopías revolucionarias... por persona interpuesta.

Lo más divertido de la novela, claro, es poder identificar a sus personajes con personas reales... a veces no demasiado disimuladas. Así tenemos, en papeles principales:

-Vigil: novelista de origen proletario, que ha conseguido el éxito gracias a su serie de libros del detective Cóndor, un tipo duro como el pedernal y rojo como una amapola del trigal de un koljós soviético.
-Matilde: su poderosa e imaginativa agente (de la agencia MAL). Asistida por un misterioso lector que le proporciona despiadados pero desternillantes informes.
-Augusto: veterano y plúmbeo escritor portugués, ganador del prestigioso premio internacional Toisón de Oro, pero que sigue fiel a sus ideales progresistas.
-Colores: rockero drogota y acanallado, tendente a todo tipo de excesos y a componer exitosos ripios en forma de canción.
Y además toda una colección de peculiares personajes -el cantautor Fortún, el alto funcionario de la ONU Mermel, el cocinero Tronchon- que coadyuvan a una acerada sátira de lo que hace diez o quince años suponían los movimientos revolucionarios, antiglobalización o ecologistas... o incluso la "gauche caviar 2.0 " y a los que el autor da leña sin miramiento alguno y con gran maestría.

Cierto es que ahí está el mayor problema de la novela: aunque su trama y desarrollo sigan guardando momentos desopilantes, la sátira resulta más eficaz en la medida en que reconocemos a los protagonistas. Y me temo que muchos miembros de la "desnortada progresía" actual, sobre todo los jóvenes "perroflautas" -dicho sea con ánimo jocoso- puede que no sepan bien de quienes se ríe exactamente la novela. Aunque también es cierto que, puesto que varios de sus personajes -me refiero a los reales- ya no están entre nosotros, hoy se puede leer con el aliciente de cierto placer culpable...

Tampoco pasa nada: de todos modos hoy en día tal vez no podría publicarse esta novela; no en vano, algunos de sus momentos más -y muy- descacharrantes tienen como actores a miembros de ETA, auténticos o figurados, así como de otras organizaciones del mismo pelo: GRAPO, IRA... Sin duda, don Ignacio se arriesgaría -y tal vez se arriesgue aún- a acabar en el trullo por enaltecimiento del terrorismo. Aunque la libertad de opinión y de denuncia bien valen el riesgo, qué caramba... Y sin duda, la judicatura española sabría tenerlo en cuenta.


Otras obras de Ignacio Vidal-Folch en Un Libro Al DíaLa cabeza de plástico

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente reseña, de las mejores. Tomo nota del libro.